El ordeñe



El cuarto estaba tenuemente iluminado como a ella le gustaba. El televisor reproducía algunas baladas de los 80.

En la cama Ella acostada boca arriba se arqueaba con el placer que sentía y con la espectativa del placer que estaba por llegar. Él, hundido entre las piernas de Ella, terminó de darle un segundo orgasmo y siguió estimulandola suavemente esperando que le permitiera seguir ahí.

Excitado como estaba después de 3 semanas de negación de orgasmos, y sabiendo que no tenía permitido acabar por lo menos por un par de semanas más, el hecho de poder tocar, acariciar, besar y por supuesto hacerle el amor a su Diosa con la lengua era un extasis y no quería que acabara.

Ella lo tomó por la cabeza y lo atrajo como cuando le permitía penetrarla. Se ilucionó y miro esperanzado a su Diosa.

Ella se rio y le dijo que no fuera tonto, que por supuesto que no tendría ese premio tan pronto. Luego lo empujo a un costado dejandolo acostado boca arriba. Sentandose sobre su cará le ordenó seguir.

En esa posicion él entraba en una especie de trance. Lo excitaba que Ella lo dominara y esa posición era el simbolo de ese dominio. Además en el abrazo de las piernas de su ama,  el se sentía trasnportado a un mundo privado, no podía ver nada, solo podía oler a su Ama, y siempre y cuando Ella le permitiera respirar moviendose adrede para eso. Su boca era besada por los labios vaginales de su Ama, su lengua solo podía saborear los fluidos que emanaban de Ella mientras lamía obsecibamente su clitoris. Nada más existía para él en ese momento que Ella. Ese era su mundo privado.

Ella disfrutaba de como él trabaja sin parar. Ella disfrutaba de saberse la dueña y señora. También disfrutaba de la vista de su pene gordo y duro, palpitante de tanto deseo, de tanta lujuria. Ella sabía que era la causa de ese deseo, y sabía que a pesar de estar desesperado por la necesidad masculina de acabar y lanzar a borbotones su semilla, él se aguantaba porque eso la hacía feliz a Ella. 

El líquido preseminal fluía sin parar y Ella lo usaba para atormentarlo. Solo un roce por aquí, solo un roce por acá. Y eso bastaba para que él instintivamente empujara su pelvis hacia arriba buscando un poco mas de estimulo para solo encontrar aire y más frustración. Y esa frustración era el combustible para arremetar con mas ansias a lamer y hacer gozar a su Ama aún con más frenesi.

Ella le acariciaba el torso, dando vueltas, acercandose a su pene sin llegar a tocarlo y vuelta a empezar. Tambien le tocaba los pezones, los apretaba, los retorcía y él se arqueaba de placer y aumentaba el ritmo de su lengua. Ella se acercaba a un nuevo orgasmo y apretó con aún más fuerza los pezones de él enviandole una corriente electrica que le recorrió el pecho. Con cada espasmo del orgasmo otro tirón sobre los ya sensibilizados pezones. 

Mientras tanto él en su mundo ya no aguantaba la excitación, Los roces que apenas los sentia ya paraban, el sentir que le volvería a tocar su pulsante pene y que eso nunca lleguara. Los mimos en los pezones eran su punto debil y Ella lo sabía. Si tan solo ella le diera un solo meneo a su verga, el explotaría. Pero eso no debía pasar. El se concentró en su Ama, en darle el placer que marecía. En sentir el placer de Ella como propio. Cada vez mas excitado aceleró el ritmo deborandola con extasis y desesperación. Ella se tensó anunciando el inminete orgasmo y retorció sus pezones. Él sintió una corriente electrica recorrrer su pecho a la vez que sentía la exploción del placer que Ella estaba sintiendo. Cada nueva oleada de placer que Ella tenía, una nueva descarga recorrían en sus pezones.

Y entonces cuando acabó el orgasmo de Ella de esa verga que tenía en frente comenzó a manar la leche caliente y espesa de su pareja. No una explosión, no una catarata, solo fluir como un pequeño manantial en la montaña. Sin contracciones, sin espamos de placer solo fluir. Ella siguio jugando con los pezones de Él hasta que la leche dejo de fluir. La verga seguía dura y palpitante.

El sabía que había eyaculado, sintió su semen fluir, pero no sintió el orgasmo, no sintió esa explosión de placer, y mucho menos la relajación que le venía después de acabar. Se sentía tan exitado como un minuto atrás, igual que antes de su eyaculación, o incluso peor, frustrado como nunca.

Ella se desmontó y se movió a un costado y lo miró con curiosidad y felicidad. Luego tomando con sus manos la leche derramada se la dio de beber a él.

- Espero que hayas gozado la experiencia- le dijo- porque no tendrás otro orgasmo por mucho tiempo.

- Pero si no acabé, no sentí nada, y sigo tan caliente.

- Lo se. Eyaculaste sin un orgassmo.

. ¿Y entonces porque me castigas?

- ¿Quién habló de castigo?. Pero soy tu Ama y creo que esta..."práctica" hay que explorarla a fondo. Y eso quiere decir que tendré que hacer muchas pruebas. Y creo que vos serás el conejito de pruebas perfecto y por una buena temporada tu único alivio será de esta manera.

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