Solo otro aburrido día de casado


La mente de Roberto se disparó como cada vez que trabajaba en casa. Los trabajos manuales de la casa que eran simples y no requerían pensar demasiado siempre tenían ese efecto en él. Y como cada vez que llevaba mucho tiempo sin tener sexo empezaba a pensar en su situacion y recordaba como había llegado a este punto.

El y Juana ya eran una pareja mayor y lejos habían quedado los días en que él le proponia perversos juegos con la esperanza de encontrar algo que encendiera la chispa dentro de ella. Y lejos fueron quedando las crisis que por la diferencia de deseo sexual habían tenído. Crisis en las que siempre, luego de largas charlas, que se daban tras semanas de abstinencia sexual, él iba cediendo en sus demanadas y se iba a acomodando a las condiciones que ella pidiera. Desde luego siempre fueron demandas justas, al fin y al cabo si a ella no le gustaba alguna práctica él no podía obligarla a realizarla, o si ella le decía que no tenía el deseo sexual necesario para tener relaciones tan seguido él debía aceptarlo. El la amaba y lo que menos quería era que ella se sintiera abusada o aún violada, y él siempre había sido muy abierto a los temas que trataran a la igualdad de derechos entre hombres y mujeres. Y por eso siempre estuvo dispuesto a cambiar cualquier comportamiento machista que ella le hiciera notar. De hecho, recordó, la última crisis empezó a raíz de algo que él escucho de una sexologa feminista sobre las mujeres que se dejaban poseer por sus maridos y como eso era una violación, y él casi seguro que la respuesta sería negativa, le presentó el tema a su esposa, y desató la angustia de años de ella. Un mes sin sexo después y muchas largas y duras charlas llenas de reproches y lagrimas de ella terminaron llevandolos a la situacion actual donde él trata de controlar sus apetitos y esperar a que ella tome la iniciativa.

En la práctica el trata, aunque no simpre lo logra, de no tocar el cuerpo de Juana fuera del ambito de las relaciones sexuales. No pedir tener relaciones, en definitiva darle los espacios y tiempos que ella necesite. Obviamente es lo lógico y él así lo entiende. Pero a veces se le hace duro.

Cuando era joven tenía deseos a diario, y generalemente terminaban haciendo el amor 1 vez por semana, para el era poco. Con los tiempos y las crisis eso se fue espaciando hasta que unos 10 años despues del casamiento esto había llegado a 3 veces al mes. Luego de la última charla ese número cayo a 1 vez cada 3 semanas. Obviamente eso era un promedio y quizás tenía suerte y durante dos semanas seguidas lo hacian. Y en esas oportunidades ella le hacia notar que ahora que el la esperaba y le daba el lugar necesario ella podía ser mas fogosa. Y el debía admitir que aunque lo hicieran menos esas veces estaban muy bien. Pero el tiempo fue pasando y estas oportunidades de "doblete" se fueron espaciando, hasta que no volvieron a suceder. y la fogosidad de Juana fue volviendo lentamente a la rutina. Y así el tiempo pasó. 15 años pasaron desde la última charla.

Roberto miró la reparación que acaba de terminar y estando conforme guardo sus cosas, cerró la caja de herramientas, y se dirigió al galpon a guardarla.

Mientras caminaba trató de recordar hacía cuanto no hacia el amor con su mujer, su deseo le decía que hacía mucho, pero él había aprendido a notar los detalles en ella que le decian que se acercaba una de las oprtunidades, y lamentablemente no había notado nada en Juana para hacerse ilusión. Si bien no llevaba la cuenta como antes cuando le interesaban los juegos de castidad, recordando cosas que habían pasado antes o despues solía estimar el tiempo. Ahora estimaba que habían pasado unas seis semanas, por lo que sabía que estaba por debajo del promedio de 1 vez cada dos meses que en la actualidad era lo normal. Aunque recordó que la vez anterior había estado cerca de los 3 meses, uff esa vez si había sido dura. Se preguntó si el promedio volvería a incrementarse. Sin registro era dificil saberlo pero el creía que en los ultimos cinco años algo había cambiado. Durante los los primeros 10 años el promedio había pasado de una vez cada 3 semanas a una vez por mes. Pero en los últimos 5 años paso a una vez cada dos meses y parecía que la tendencia seguía.

Tambien hacía 5 años ella le pidió que se dejara de masturbar. Nunca antes le había importado, y el se lo había afrecido como parte de un fetiche de castidad que tenía, pero Juana, si bien había sido indulgente con este fetiche en reiteradas oportunidades, nunca lo hacía durar demasiado. Y "el juego" tambien había ido desapareciendo de sus practicas sexuales, con el paso del tiempo. Por eso Roberto se sorprendió cuando un día, hacía unos cinco años, después de hacer el amor, ella le pidio que no se masturbara más. Le dio algunas vagas explicaciones, nada muy convincente, que ella necesitaba que el estuviera más atento a ella, o fuera más fogoso haciendo el amor, o algo de que perdia energía, nada que sonara muy cierto en el caso de él. Vivía practicamente excitado pensando en ella, cuando hacía el amor hacía de todo, incluso antes de penetrarla. ya que despues de un mes de espera su resistencia no era la mejor. El le pregruntó si quería que usara el dispositivo de castidad y ella le dijo que no, que no se lo pedía como un juego sino como algo serio. Y después de eso cada tanto ella empezó a cuestionarlo si lo había hecho o no. Él que no le mentía si alguna vez se masturbaba se lo contaba, y entonces ella lo reprendía preguntandole si acaso el ya no la amaba. Obviamente eso hacía que el periodo sin sexo se estira y así en parte fue como de un mes se fue a dos, y ahora parecía que a más. 

Pasó por la puerta de su cuerta y estaba entreabierta. Frente al espejo estaba Juana. Arreglandose como para salir. La vio y su pene dio un respingo. A sus 55 Juana estaba muy bien. De hecho mejor que a los 40. El cuerpo en forma, sus pechos arreglados por la cirujía estaban aun turgentes, sus piernas largas y esbeltas eran una invitacion a pecar. 

Ella reparó en él y le hizo un gesto para que entrará. Él pasó y ella poniendose de frente le preguntó 

- y como estoy?

- Estás hermosa. El levantó la mano y acarició su rostro.

Ella disfrutó el mimo y sonrío reclinando su cara sobre la mano de él. Luego se acercó a él, le tomo la cara y le dio un beso en los labios, fuerte, mientras con la otra mano le acario el prominente bulto de su entrepierna.

- Te tocaste desde la última vez?

- No mi amor. A veces que te veo como ahora se me hace dificil, pero si vos me pedís que no lo haga, no lo voy a hacer.

- Muy bien así me gusta - le dijo con vos sensual al oido, mientras le seguia acariciando el bulto.- vos portate bien, y yo te lo voy a recompenzar. 

Luego lo soltó y siguió maquillandose y el momento ya había pasado.

- Mi vida, - le dijo Juana ya sin mirarlo siquiera- voy a salir con unas amigas a tomar algo, no creo que vuelva temprano, asi que no me esperes despierto. Ah, y por favor me limpias la cocina antes de acostarte. ah y planchame la ropa. fijate que se juntó bastante.

- Si mi amor. No te hagas problema, yo me encargo. Que te diviertas.

- Gracias mi vida, si me acuerdo te mando algunas fotitas mías con las chicas, se que eso te gusta, no?

- Si mi amor, gracias.

Roberto salió del cuarto y siguió su camino al lavadero a buscar la ropa para planchar. Mejor que se pusiera manos a la obra o se le haría muy tarde. 

Haciendo memoria hacía cinco años, después que ella se jubilara anticipadamente por el trabajo que tenía, esa era otra cosa que había cambiado. Ella había empezado a salir mucho más con las chicas y se arreglaba más antes de salir. Él estaba contento porque ella volvía siempre radiante de estas salidas, él sabía que la pasaba bien y si ella estaba feliz, él era feliz. Recordó otro de los fetiches que alguna vez le había propuesto a su esposa, y al que ella se había negado rotundamente. Quizás, y en el fondo más que dudas tenía certezas, hacía cinco años se había convertido en un cuckold, en un cornudo a toda ley. Y quizás alguna vez ella además de mandarle fotos con las chicas, donde detrás de ellas simpre aparecía el mismo hombre, le mandaría las fotos que el siempre soño ver, aunque ahora no podría masturbarse viendolas. Eso se lo debía a su mujer por todo el amor que ella le daba.

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