El ordeñe
El cuarto estaba tenuemente iluminado como a ella le gustaba. El televisor reproducía algunas baladas de los 80. En la cama Ella acostada boca arriba se arqueaba con el placer que sentía y con la espectativa del placer que estaba por llegar. Él, hundido entre las piernas de Ella, terminó de darle un segundo orgasmo y siguió estimulandola suavemente esperando que le permitiera seguir ahí. Excitado como estaba después de 3 semanas de negación de orgasmos, y sabiendo que no tenía permitido acabar por lo menos por un par de semanas más, el hecho de poder tocar, acariciar, besar y por supuesto hacerle el amor a su Diosa con la lengua era un extasis y no quería que acabara. Ella lo tomó por la cabeza y lo atrajo como cuando le permitía penetrarla. Se ilucionó y miro esperanzado a su Diosa. Ella se rio y le dijo que no fuera tonto, que por supuesto que no tendría ese premio tan pronto. Luego lo empujo a un costado dejandolo acostado boca arriba. Sentandose sobre su cará le ordenó seguir. En e